viernes, 27 de marzo de 2009

Mi cajita de hilo Dental

Estos relatos de niñez, de esos que uno se acuerda y te roban una sonrisa...

Lo recuerdo bien, estaba en parvulitos y mi mejor amiga se llamaba Dina. Me iba todas las tardes a su casa a jugar o a mirar la novela del momento "Niña Bonita".

Dina tenía una venta de helados, costaban 10 centavos y eran gigantes; yo era fanática sobre todo de los de chocolate, ya que los hacían con chocolate de hervir, el típico, así medio amarguito y medio dulzón. Eran un sueño hecho realidad.

Compartíamos muchas cosas, su caracter era fuerte y divetido...mi caracter? sólo divertido. La maestra nos unió para hacer un acto de la canción de "Colegiala", sí esa cumbia que estaba de moda por esos tiempos.

Una tarde fuimos a jugar a mi casa, entonces le enseñé mi juguete mas preciado de todos. "Una cajita de hilo dental"

Malaaaaaya mi cajita, yo me la pasaba feliz con ella, era como poseer algo que los grandes usaban, como un labial o un estuche de sombras para ojos que ya no sirviera, de esas que nos daban las mamás para jugar y que nos hacían sentirnos mayores.

Me parecía fabulosa, imaginaba que era una nave espacial, un monedero, una caja de sorpresas o solo la abría y cerraba para producir sonidos o música. Dina me dijo: hay que linda tu cajita, y yo sonreí orgullosa.

Llegó su cumpleaños y me invitó a su mega fiesta. Era muy importante. Le conté a mi mamá porque ella trabajaba y no estaría entonces. Cuando llego la hora me puse mi mejor vestido de panalito mientras pensaba qué regalarle pues no quería llegar con las manos vacías. Decidí darle lo mas grande y maravilloso de mis juguetes, Mi Cajita de Hilo Dental. La envolví en papel de regalo y salí orgullosa a mi purrun.

Cuando llegué los niños bailaban la canción “Colombia Rock” del Grupo Rana, el tocadiscos tronaba con gran volumen mientras los cuerpecillos de todos nosotros se movían y saltaban al ritmo de la Soka.

Había pica pica, globos y serpentinas fantásticas de muchos colores.

Le dí mi mega regalón a Dina y cuando lo abrió me hizo una cara como de conformidad y se comenzó a reir… “Pobre mi Gorda” lo digo por mí…hay mi patoja, tan inocente. Según yo le estaba regalado el elixir de la vida y la solución a los problemas de aburrimiento mundiales. Dina le enseño a su mamá y a sus hermanas el regalo mientras yo me sonrojaba tristemente. Además de haber pasado un bochorno de los grandes, le había regalado mi Tesoro que ni había apreciado.

La fiesta siguió. No me quedó mas remedio que disfrutarla con el puñal en mi corazón. Había perdido mi cajita y Ganado una gran buyanga. Creo que es de los primeros clavos que pasé en mi tierno existir.

Más tarde mi mamá llegó de trabajar y pasó por la casa de mi amiga para ver como iba la cosa, con un regalo descente en la mano para ella. Eran unos crayones de madera amarrados con un liston bien chilero, esta situación me salvó del clavo, pero la mamá de Dina le contó el acontecimiento y mi mama no tardó en matarse de la risa. Mi patooooooja… me dijo. Y yo bien empurrada cruzando mis brazos y frunciendo el ceño.

Hay estas historietas, no sé ni porqué me he acordado de ellas últimamente.

4 comentarios:

David Lepe dijo...

Regalos como esos son los más preciados. A veces no estamos preparados para recibirlos y apreciarlos. Y peor aun, para darlos.

Alejandro Marré dijo...

hay amore! Me toca el corazón cada vez que escribe!

Wendy García Ortiz dijo...

A mí también, me pincha el corazón, Seño.

Siempre que te leo en estas, imagino a una Selene mini, con su vestidito, sus calcetas y sus zapatos de trabita.

GavilaSavilaMavila dijo...

Ay síiiiiiii.... mi gorda, casi lloro, te imagino con los ojos chispeantes pensando en lo bien que ibas a quedar ylo valiente que fuiste al dar tu tesoro más preciado. Qué inocencia y qué linda narración... un besote