lunes, 15 de diciembre de 2008

Malaya los cuetíos

Anoche que ganó el segundo lugar Fabiola (nuestra representante guatemalteca en el programa mexicano "La Academia") quemaron ametralladoras por mi casa.

Esto me llevo a recordar cómo los cuetes (cohete o petardo llevada al chapín) han estado arraigados a la tradición en Guatemala por mucho tiempo. No sé exactamente cómo se pegó a nosotros, el caso es que los cuetes son "El Alma" de cualquier celebración, sin bulla no hay chonguengue, es nuestra manera de decirle al mundo que estamos felices, orgullosos, esperanzados, excitados. Además las portadas de los paquetes de cuetes son tan lindas, algo así como portadas de disco coleccionable, donde los jaguares tienen pintados los cuetes en la boca en medio de volcanes y con guacamayas volando.

Me acuerdo que los diciembres de mi niñez eran tan esperados y que la quema del diablo era la apertura a jugar y poseer esos ruidosos y peligrosos artilugios que te hacían fluir la adrenalina y que dejaban en el olor a pólvora en las manos una sensación de poder y gloria que solo los ishtos conocen. Nos daba el chance de hacer guerritas de canchinflines de edificio a edificio en mi colonia, todos los adultos se ponían como la gran chucha por el tronerío de esos chunches de aquí para allá.

La mayoría de niños aprendimos a fumar gracias a la quemadera, cuando se juntaba un grupín siempre aparecía el patojo que con hazaña compraba o le quitaba el cigarro a su papá, y presumía de saber el arte del golpe mientras todos observábamos con admiración, luego comenzaba la quemadera, junto con los jaloncitos furtivos de todos.

Varias veces fui espectadora de lanzarlos al aire, me daba tanto miedo, que me explotara el cuete en la mano o que un canchinflín se me fuera dentro del pantalón. Una vez mis vecinitos le dieron a un carro, el cuete cayó en la ventana justo en el oído del pobre piloto, un patojo tan enojado en busca del culpable que todos salimos corriendo y nos dispersamos escondiéndonos en los matorrales que encontrábamos a nuestro paso.

El momento más esperado del mes es la noche buena a las doce de la noche; todos los vecinos se pasaban comprando ametralladoras, volcancitos, estrellitas, bombas, tronadores, y es que la cuadra que más tronara para navidad era la ganadora, bueno, realmente nó pero es el momento en que los papás pueden contonearse como pavo reales: entre más ametralladoras más es el poder familiar. jajajajajaja.

Ahora todo ha cambiado. La tradición menguó por diversos factores. Las doce de la noche buena ya se ilumina con modernos juegos pirotécnicos, escuchamos los cuetes en los cumpleaños, cuando juega la selección de fut, cuando ganan artistas nacionales los concursos de Canto, el día que Miss Guatemala sea Miss Universo... y esa clase de acontecimientos.

La cosa es que Guatemala es bien buyanguera, y creo que nuestro carácter se refleja en esta particular forma de demostrarle a todos cuan felices estamos. Malaaaaaaaya los cuetíos, ya me dieron ganas, a ver si me compro unos cuantos este año para revivir esos dorados tiempos.

4 comentarios:

Stanley Herrarte dijo...

verdad que si, tenemos que invitar a Lepe tambien a quemar canchinflines (ahora que estan prohibidos, los disfruto mas...) saludos!!!!

Wendy García Ortiz dijo...

a mí lo que me ponen a pensar los cohetes es en la nube de humo que sube al cielo cuando toda Guate quema sus ametralladoras a medianoche...

David Lepe dijo...

Uy gracias, si me invita, ¡llego!

el VERDE !!! dijo...

a mí, lo cuetes solo pa las fiestas de final de año o festividades de tarde y noche.

ODIO q me despierten en la madrugada con esas cosas, sean para mí o algún vecino. Xq pts tienen q pagar mi sueño el precio de la alegría de un año de vejes de la mara...

En fin... si no me despiertan a las 5am, me gusta escucharlos (siempre q no los quemen 1x1 aggrrr).