Me hacés tanta falta. es cierto, me explicaste todo antes de partir, me advertiste que no sufriera, que serías feliz, pero es muy difícil. Cada paisaje, cada risa, cada gatito, cada niño y cada sueño me traen tu nombre a la cabeza!
Cuando me sentí perdida y desfallecer y justo cuando el dolor carcomía mi interior, vos me sacabas la risa más dulce, aquella que hacía que olvidara mi egoísmo. Ese frío y esos paisajes que nos cobijaron camino a nuestra rutina estarán en mi corazón y en mi memoria para siempre.
Cuando escuchábamos historias de asaltos, muertes o simplemente de purita destrucción y vanas casualidades sentíamos miedo, pero alguna broma venía a tu mente, alguna gracia escondía nuestras ansiedades y reíamos hasta el cansancio. Nos divertimos con todas las canciones que escuchamos en el bus, me ministraste, disipaste mis miedos, tu palabra sabia en el momento justo me acordó quien es mi padre.
Te amo Grace, no importa cómo, sé que te veré pronto, que estás descansando en espera de nuestro papito. Fuiste mi ejemplo, mi amiga, mi hermana y mi consuelo. Te admiro por la mujer fuerte y justa que fuiste, por tu perseverancia e inocencia y por creerle como niña a Jesús hasta el final. Sé que soy una egoísta, por quererte aquí, conmigo, pero sé que un día veré de nuevo esa única sonrisa, imposible de olvidar.
